Voces Y Rituales Antiguos Revelan Una Nueva Esperanza
1. ORACIÓN
2. TU HISTORIA
3. HISTORIAS ALREDEDOR DEL MUNDO

En culturas africanas como la del pueblo Kuria en Tanzania, ser anciano es un papel de profundo honor y responsabilidad, ya que sirven como puente entre los vivos y sus antepasados. El padre Maryknoll Bernard Meyer experimentó esto profundamente durante su misión en Bwiregi. Reconociendo el respeto por los ancianos y su sabiduría, abrazó sus tradiciones culturales al tiempo que integraba los valores cristianos. Un momento crucial llegó cuando trabajó con los ancianos Kuria para adaptar la fiesta tradicional suba, reemplazando prácticas como la brujería con rituales cristianos como bendiciones de agua bendita y la celebración de la misa. Esta colaboración no solo preservó la identidad cultural sino que también abrió puertas para que ancianos como Paulo se convirtieran en líderes cristianos, respetados como omosubi, que encarnan la verdad, la integridad y la reverencia por la vida. Incluso en su retiro, el padre Meyer regresó a Bwiregi, donde la celebración de su 50º jubileo fue considerada su propia fiesta suba, marcando su papel como un anciano respetado. A través de su trabajo, el padre Meyer ayudó a los ancianos a adaptarse a la tradición de la suba, reemplazando prácticas como la brujería con rituales cristianos como la bendición del agua bendita y la celebración de la misa. Meyer ejemplificó cómo los ancianos no sólo son custodios del patrimonio cultural y espiritual, sino también vínculos vivos entre generaciones, encarnando la creencia africana en la Comunión de los Santos.
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4. HISTORIA BÍBLICA
Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”. Lucas 2, 22-32
5. REFLEXIONES SOBRE LA LECTURA
6. COMPARTIR LA FE
7. APRENDER MÁS
8. ORACIÓN