El Club Del Desayuno
1. ORACIÓN
2. TU HISTORIA
3. HISTORIAS ALREDEDOR DEL MUNDO

Durante un viaje de inmersión de Maryknoll a El Paso, Texas, April Pruitt, estudiante de doctorado de Yale, salió de su zona de confort y se transformó. Como voluntaria en un albergue para migrantes procesados por ICE, conoció a personas que lo habían perdido todo, pero que conservaban una resiliencia inquebrantable. Una noche, compartió una comida con una familia haitiana que había soportado un peligroso viaje a través de varios países. Mientras intercambiaban chistes, oraciones e historias, se dio cuenta de que la verdadera comunidad no se construye sobre la familiaridad, sino sobre la humanidad compartida. Su tiempo en la frontera desafió sus suposiciones y amplió su comprensión de la fe y la solidaridad. En los rostros de quienes conoció, vio la presencia de Cristo Resucitado, no en grandes gestos, sino en simples momentos de conexión. Impulsada más allá de lo familiar, April descubrió que adentrarse en lo desconocido, como Pedro al volver a lanzar su red, conduce a una mayor empatía, una abundancia inesperada y un renovado llamado a caminar junto a los marginados. ( Jóvenes Misioneros: Con ojos y corazón abiertos a la migración, Misioneros, Diciembre 2023)
4. HISTORIA BÍBLICA
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. Juan 21, 1-14
5. REFLEXIONES SOBRE LA LECTURA
6. COMPARTIR LA FE
7. APRENDER MÁS
8. ORACIÓN