VIII Domingo Ordinario

Como Ser Un Buen Fruto

PUES LA BOCA HABLA DE LO QUE ESTÁ LLENO EL CORAZÓN

1. ORACIÓN

Amado Dios, al reunirnos hoy, abre nuestros corazones a tu misericordia sanadora. Ayúdanos a superar los obstáculos que nos impiden ver nuestra propia bondad. Llénanos de tu gracia para que podamos dar buen fruto, compartiendo la alegría del Evangelio desde la plenitud de nuestros corazones. Deja que tu luz brille dentro de nosotros, para que podamos inspirar a otros a hacer lo mismo, manifestando tu gloria en el mundo. Amén.

2. TU HISTORIA

¿A quién conoces que produce un "buen fruto"? ¿Cómo se ve eso y cómo te impacta a ti y a los demás?

3. HISTORIAS ALREDEDOR DEL MUNDO

Cano a temprana edad con sus padres, quienes lo inspiraron a servir. Este principio no sólo lo ha guiado a servir a su comunidad local sino que lo ha guiado a servir a nivel nacional y global. (Cortesía de Juanatano Cano/EE.UU.)

Juanatano Cano trata de redescubrir su verdadera identidad y la sanación a través de la fe. Creciendo en Guatemala durante la brutal guerra civil, fue testigo de una violencia inimaginable, incluyendo el asesinato de su tío. Después de huir a los EE. UU., Cano luchó con el estigma de ser indígena, internalizando la vergüenza por su cultura maya Q’anjob’al. Sin embargo, su encuentro con Jesús transformó su vida.
“Redescubrí mi identidad cuando encontré a Jesús, quien me acepta y me sostiene tal como soy,” comparte Cano. Esta realización lo ayudó a abrazar tanto su fe católica como su herencia maya, iniciando un proceso de sanación que le permitió recuperar su dignidad y propósito.

Ahora, como líder en el ministerio Pastoral Maya, Cano empodera a otros en su comunidad para encontrar esperanza y sanación al compartir sus historias. Como esposo, padre y educador con un doctorado, inspira a las futuras generaciones a valorar su cultura y fe. A través de conferencias, charlas motivacionales y su incansable labor de abogacía, Cano recuerda a los demás que su identidad, lengua y tradiciones son dones, no son cargas. Son el buen fruto que debe ser compartido. “Nuestro trabajo es plantar las semillas. Al contar nuestras historias y escuchar, abrimos un camino para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.”

(Sanando a Través de la Fe y la Cultura, Misioneros Revista, Marzo 2024)

4. HISTORIA BÍBLICA

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano. No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón”. Lucas 6, 39-45

5. REFLEXIONES SOBRE LA LECTURA

Jesús nos recuerda que solo podemos dar lo que ya tenemos dentro de nosotros. Como personas de fe, a menudo nos enfocamos en los defectos de los demás—y de nosotros mismos. Sin embargo, Jesús nos advierte que no podemos sacar la astilla del ojo de nuestro hermano sin antes abordar la viga en el nuestro. Como discípulos misioneros, estamos llamados a dar buen fruto, pero esto solo es posible cuando primero recibimos sanación y misericordia nosotros mismos. En su autobiografía, Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, escribe: “No hay nada iluminador en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras a tu alrededor. Nacemos para manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros. Y al dejar que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a los demás para hacer lo mismo.” Cuando permitimos que la sanación de Dios nos transforme, lo que llevamos al mundo fluye “desde la plenitud del corazón”. Solo entonces podemos verdaderamente compartir la Alegría del Evangelio e inspirar a otros a hacer lo mismo.

6. COMPARTIR LA FE

¿Cómo pueden nuestras acciones y decisiones diarias reflejar la bondad que hay en nuestro interior, y cómo podemos, como comunidad de fe, esforzarnos activamente por producir "buen fruto" que refleje el amor de Dios?

7. APRENDER MÁS

Esta semana, identifica los obstáculos que impiden que tu luz brille por completo, como la vergüenza o los sentimientos de insuficiencia. Reflexiona sobre los pasos que puedes tomar para sanar y superar estas barreras. A medida que creces en autoaceptación, busca formas de ayudar a los demás a reconocer su propio valor y dignidad.

8. ORACIÓN

Oh Señor, ayúdanos a ser como buenos árboles, dando buen fruto. Ayuda a superar nuestras dudas. Llena nuestros corazones de bondad, para que nuestras palabras y acciones reflejen tu amor. Guíanos para ser conocidos por los frutos que producimos, esparciendo amabilidad, compasión y paz en todo lo que hacemos. Amén.