La Misión Comienza En La Familia

En 2018, María Herlinda, una madre de Honduras, envió una carta desesperada desde un centro de detención de Texas, pidiendo ayuda tras ser separada de su hijo debido a la política de tolerancia cero de Estados Unidos en materia de inmigración. El padre Robert Mosher, sacerdote de San Columbano, y Kevin McCarthy, miembro de Maryknoll, la visitaron a ella y a otras personas que habían sido separadas de sus seres queridos, ofreciéndoles apoyo y siendo testigos del profundo trauma que causa la separación familiar. Junto con grupos de defensa, ayudaron a reunir a las familias y brindaron asistencia legal.

Después de dos meses, María se reunió con su hijo en Nueva York, donde se les permitió quedarse en Estados Unidos y solicitar asilo. Esta historia destaca el poder de la comunidad, la fe y los derechos humanos, ofreciendo un faro de esperanza en medio de la crisis actual. Además nos muestra que, a pesar de la inmensa adversidad, la compasión y la solidaridad pueden generar cambios y brindar a las familias la oportunidad de un futuro mejor.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas. Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres. Lc 2, 41-52